La actividad empresarial ocurre en un ciclo de cuatro estadios: análisis, planificación,ejecución y control. Este ciclo, que se repite en diferentes horizontes temporales dependiendo del tipo de actividad a la que se dedique la empresa, conlleva en cada una de sus etapas una serie de tareas. Todas ellas son de vital importancia para el éxito de la compañía. Sin embargo, en el diseño de los programas académicos de enseñanza en gestión empresarial, hay una clara tendencia a profundizar en las etapas de análisis y planificación, dejando un papel menor para la fase crítica de ejecución y obviando casi la crucial del control.
Debemos analizar cuáles son nuestras oportunidades y fortalezas para afrontar las condiciones del mercado. No hay duda de ello. De igual manera, es preciso conocer cuáles son nuestras debilidades y a qué tipo de amenazas podemos enfrentarnos en el campo de batalla: el mercado. Sin estos pasos previos y sin un adecuado análisis del diagnóstico que tengamos como resultado, la fase de planificación sería un simple ejercicio de elucubración.
También sabemos que, aunque los planes pueden resultar, en un extremo, inútiles y, en el otro, una mera guía de referencia, el ejercicio de planificación nunca será infructuoso. La planificación estratégica será el marco de referencia que nos servirá de guía para orientarnos en la dirección fijada y la planificación operativa; nos
permitirá disponer adecuadamente de las herramientas que tenemos para la consecución de los objetivos marcados.
La fase de ejecución es la más difícil de enseñar. Aquí, aunque también en las otras tres, sucede como en otras tantas actividades humanas: la mejor manera de aprender es haciendo. Podemos dar una guía de cuáles son las pautas adecuadas para la ejecución de planes de gestión, pero, como los factores determinantes
son infinitos, las orientaciones tendrán una utilidad limitada. La gestión empresarial es un juego de aprendizaje en el que se aprende, sobre todo, por ensayo y error.